En el antiguo Egipto un cuerpo liso y sin pelo era el estándar de la belleza, de la juventud y de la inocencia. Las mujeres tenían todo el cuerpo liso y sin pelo, a excepción de la cabeza. La esposa del Faraón divino fijó el ejemplo y cada mujer egipcia empezó a cuidarse para que no hubiera ni un solo pelo en su cuerpo. La sangre de los animales, las conchas de tortuga, los gusanos o la grasa de hipopótamo son algunas de las sustancias que se empleaban a la hora de depilar, según recoge el papiro de Eber, un texto egipcio sobre medicina y magia que data del año 1500 antes de Cristo. Pero el método más empleado por las egipcias era una sustancia similar a la “cera” que se conseguía de dos formas: una masa resultado de la mezcla de azúcar, agua y limón, la llamada cera de azúcar, o la mezcla de aceite y miel.
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El Griego adoptó el ideal de la suavidad. Las viejas esculturas griegas nos lo demuestran. Las esculturas de mujeres estàn pulidas y brillantes, y no hay ningún pelo pubico en todo el cuerpo, mientras que las esculturas de hombres muestran el pelo pubico.
En la vida sexual de la Grecia antigua se puede leer por el autor holandés Hans Licht, que las mujeres griegas, especialmente las señoras de alta clase social, consideraban feo el pelo pubico. El Griego encontró en un cuerpo liso y sin pelo un ejemplo de belleza, juventud e inocencia.
Los Romanos
Tampoco los Romanos tuvieron gusto por el pelo pubico: las muchachas jóvenes comenzaban a quitarlo tan pronto como apareciera el primer vello. La depilación era algo esencial para estas civilizaciones que heredarían las técnicas de depilación egipcias. Era tal su importancia que en Roma existían esclavos especializados en depilar. Los romanos empleaban para ello una crema denominada philotrum o dropax similar a las actuales cremas depilatorias, unas pinzas denominadas volsella y una especie de cera realizada a base de resina o brea.
La Edad Media
El poder de la iglesia vivió su época de máximo auge durante la Edad Media. En una cultura dominada por el poder eclesiástico la depilación pasó a considerarse un ‘ritual pagano' prohibido por las entidades eclesiásticas y los estamentos más puritanos. Sin embargo, la depilación sí se realizaba en otra parte del cuerpo menos frecuente, el nacimiento del cabello. Durante la Edad Media existía la moda de ensanchar la frente, y la depilación del nacimiento del cabello y las cejas mediante una mezcla de cal viva y arsénico era una manera de hacerlo. E sta moda de llevar una frente amplia y despejada seguía vigente a principios del Renacimiento junto con la depilación eventual de algunas partes del cuerpo con la ayuda de pinzas. Tal y como indica su nombre, en este periodo renacen ciertas costumbres de la Edad Antigua, y con ella gustos afines a los antiguos griegos y romanos, como era el culto a la belleza. Durante los siglos XV y XVI se amplían las zonas a depilarse, mientras el aceite de nueces y las vendas impregnadas de vinagre servían para afeitar el nacimiento del cabello, para eliminar el vello de varias partes del cuerpo se optaba por las hojas de afeitar.
No obstante, no será hasta mediados del siglo XVIII cuando aparece la primera maquinilla de afeitar, diseñada especialmente para una depilación ‘segura'. Su creador será Jean Jacques Perret, un barbero francés que idea una protección de metal situada en el borde de la cuchilla, para prevenir cortes en la piel.
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